Sé honesto.
Si tuvieras que vivir el resto de tu vida en el momento presente, sin hacer ningún cambio, ¿serías feliz?
Posiblemente la respuesta sea NO, y por eso te invito
a leer lo que viene a continuación.
Te voy a contar una curiosidad que lo mismo no conoces.
El diablo nace de algo mucho menos épico y misterioso que un macho cabrío con cara de mala hostia que vive entre tinieblas.
El diablo es el “di-hablo”.
DI-HABLA
La doble habla.
Es esa vocecita que convive con nosotros desde que nacemos y que intenta que le vendamos nuestra alma (de forma bastante insistente, todo hay que decirlo) para dejar de hacer todo aquello que nos llevará a un lugar mejor.
Nos mete miedo.
Nos lleva al infierno del “ y si ” y, como le prestemos un poquito de atención, se viene arriba y nos machaca para que no nos movamos.
“¿Y si tener esa conversación incómoda con mi pareja, a la que tanto tiempo llevo dando vueltas, supone dejar la relación y luego me arrepiento?”
“¿Y si me pongo en serio a cuidar de mí y de mi cuerpo, y dejo de encajar en los planes sociales de mi entorno?”
“¿Y si paro 10 o 20 minutos al día a respirar, sin estímulos de ningún tipo, y me doy cuenta de que hay algo que me da mucho miedo reconocer de mí mismo?”
Es ahí donde viene la dihabla frotándose las manos y te enseña esa típica imagen en la que te quedas más solo que la una, no consigues tus objetivos y te sientes como un auténtico fracasado.
Y tú te cagas y te paralizas por el miedo.
Te pones mil excusas para que la frustración sea menor que el impulso por empezar a cambiar y mejorar tu realidad.
La dihabla lo hace así porque es lo más fácil para que te quedes quietecito donde estás, siendo mediocre en cualquier parte de tu vida.
Por eso, la única forma de librarse de ella es ATREVERSE.
Atreverte a ir un paso más allá.
Atreverte a quererte incondicionalmente.
Atreverte a darte la mejor vida que puedes vivir.
Atreverte a crear una existencia desde el disfrute.
Atreverte a aprender lo necesario para hacerlo.
Atreverte a no juzgar(te).
Atreverte a conocerte, de una puta vez, pero de verdad.
Me da igual si hasta ahora has hecho “todo lo posible” por tener una vida cómoda (aunque no tanto como te gustaría).
Siendo honestos, si los resultados que estás obteniendo hoy fuesen los que realmente buscas, no estarías leyendo estas líneas.
Haberte atrevido en el pasado a dejar atrás alguna que otra mierda
que te atormentaba, no quiere decir que hoy estés en el lugar al que aspiras cuando cierras los ojos en tu cama cada noche.
Es más.
Te voy a contar algo.
La vida de cualquier ser humano del primer mundo se divide en 3 etapas claras:
- De los 0 a los 21
- De los 21 a los 42
- De los 42 en adelante
En la primera etapa, de los 0 a los 21, hay otras 3:
- De los 0 a los 7, donde el cerebro absorbe como una esponja toda la información del entorno, incluidas las creencias limitantes y/o empoderadoras que darán forma a la personalidad.
- De los 7 a los 14, donde empezamos a posicionarnos entre los demás, vamos siendo adoctrinados por la sociedad y formamos un personaje con el que defendernos.
- De los 14 a los 21, donde las hormonas se ponen al volante, nos creemos los reyes del mambo y nos conformamos con vivir a medias mientras haya una mínima base de jiji-jaja.
A partir de ese momento, de los 21 a los 42, nos preocupamos por hacer “algo” con nuestra vida. Estudiar, trabajar, emprender… algo que nos haga justificar nuestro paso por la Tierra.
Nos (pre)ocupamos por seguir los cánones sociales y encajar en lo que se espera de nosotros, aunque aparentemente creamos ser libres tomando esas decisiones.
Pero llega la famosa crisis de la edad adulta (sobre los 42 años) y nuestro discurso interno cambia.
Ya no queremos seguir haciendo el papel de que estamos bien, felices y cómodos con una vida impostada.
Es como si alguien hubiera llamado al timbre, hubiera dejado un paquete sorpresa en tu puerta y, cuando lo coges, te explota la mierda en la cara.
“¿Qué hago aquí? ¿De verdad la vida es esto? ¿Dónde quedaron todos esos planes que tenía para mí cuando era más joven?”
Preguntas y más preguntas que te llevan a sentir el famoso… VACÍO.
Ouh, mamma. Ahora sí la hemos liado.
Hay personas que, aunque infelices, son capaces de convivir con él toda la vida. Pero hay otras que se niegan a pasar por su propia vida de puntillas negando la evidencia de que hay que echarle pelotas.
Y adivina qué.
Las del segundo grupo son las que están en el Club de Dihabla recibiendo (de media) un email 5 veces por semana con una buena dosis de realidad para mover el culo.
Si quieres dejar de perdérselo, te apuntas gratis ahí abajo:
¿Pero… tú qué es lo que vendes?
Me encanta que me hagas esa pregunta.
Yo vendo una idea. Una filosofía. Un cambio de paradigma. Un hackeo mental.
Sé que suena etéreo, pero dicen que para poder cambiar el mundo primero hay que poner el foco en uno mismo. Y eso es lo que estoy haciendo.
Darte herramientas que te servirán para mirar la vida desde otra perspectiva. La del amor y no la del miedo, porque son antagónicos.
Y aquí me empiezo a poner un poco hierbas.
Resulta curioso que de 8 mil millones de humanos que hay hoy sobre la Tierra, solo unos pocos sean los que se den cuenta de que ir en piloto automático es lo que les está matando. O, siendo todavía más específica, eso es lo que les está acortando la vida.
Solo esos pocos son los que pagan el precio de “perder” para ganar algo mejor.
Un cambio de identidad.
Un cambio de piel.
Son estos mismos los que saben que tiene una sola oportunidad para hacerlo lo mejor posible y paladear los beneficios de una buena vida. Y, cuando ya han catado un bocado, todo lo demás les sabe a cartón.
¿Y qué implica esto si tú también quieres ser parte de ese pequeño grupo de personas?
- Darte cuenta de que te has pasado media vida en un lugar que no te corresponde, atendiendo a las necesidades de los demás y no a las tuyas propias.
- Tener las pelotas de analizar cada área de tu vida y empezar a tomar decisiones drásticas, aunque eso te aleje de quién crees que eres hoy.
- Comprometerte contigo mismo para ser tu jodida mejor versión. No la que te venden desde el positivismo tóxico, sino la que realmente te hace sentir vivo.
- Escuchar. Abrir las putas orejas como dos antenas parabólicas y abrir tu mente para recibir la información necesaria para el cambio.
Y para hacer honor a estos cuatro puntos, te invito al Club de Dihabla.
Dejando tus datos justo aquí debajo, empezarás a recibir dosis de realidad en tu bandeja de entrada que te impedirán dormirte en los laureles.
Rellena el formulario y estás dentro.
Yo he sido la primera en dar un paso al frente para empezar a (re)conocerme y dejar de hacer el paripé existencial
Y lo mismo lo que he ido aprendiendo puede servirte de inspiración.
Te pongo en contexto.
Mi nombre es Blanca Muela y ayudo a personas que sienten insatisfacción vital crónica a hacer el click mental necesario para tomar consciencia de que ya son suficientes y de que pueden ser jodidamente felices desde hoy, mandando a su entorno a la mierda y desterrando para siempre la sensación de decepcionar a nadie.
Durante muchos años estuve perdida entre luces de neón que no me llevaban a ninguna parte. Después, decidí emprender y dedicarme a escribir para otros a través del copywriting.
Eso me llevó a conocer muchos mundos alternativos donde la peña se desarrollaba a nivel personal y profesional y, además, ganaban pasta.
Y ahí estuve unos cuantos años hasta que el cuerpo y la mente montaron barricada y me pidieron más.
Fue entonces cuando, en un golpe de lucidez, entendí que todos (absolutamente todos) tenemos tres cosas en común:
- Nacemos
- Pagamos impuestos
- Morimos
Y que eso que hacemos para pagar impuestos es la vida misma, así que, ¿por qué no hacer todo lo posible para disfrutar de ella desde la total autenticidad?
No hablo solo de lo que haces para ganar dinero, sino también de lo que haces para sentirte pleno con quien eres a diario.
Si empiezas a oler a incienso, tranqui, eso es que vas bien. Por suerte para ti, mi parte hierbas y mi parte más terrenal conviven en perfecta armonía.
Y para muestra un botón.
Aquí te dejo una foto de mi charla TEDx.
Si pones en Google “Tú también puedes cambiar tu realidad” seguido de mi nombre (Blanca Muela) podrás verla completa en YouTube. Podría enlazártela aquí, pero eso podría distraerte de mi principal misión: hacer que te quedes conmigo.
AHORA VIENE EL PLATO FUERTE
Este es uno de mis mantras:
vivir bien significa prepararse para morir de puta madre
Lo confieso. Para mí la muerte es gasolina.
Pensar en que mi tiempo es finito es lo que me pone las pilas para intentar sacar la mejor nota en el exámen de la vida.
Eso me permite forzar mis límites, pasar por encima de mis miedos y creer en mí para enfrentarme a nuevos retos.
En serio te lo digo.
No sé tú, pero yo desde que hice consciente que me voy a morir y que cada día que pasa me acerco más a ese momento, me da un chute de adrenalina que no había conseguido antes con nada.
Por eso en el Club de Diabla hablo mucho de la vida, pero también de la muerte.
Me encanta desglosar los pequeños detalles y filosofar con todo lo que nos rodea.
Y lo hago porque he visto cómo esos pequeños clics son los que suman a la hora de generar un cambio mayor.
Además, dentro te enterarás de todo lo que comparto y de lo que vendo para ayudarte a irte de aquí por la puerta grande cuando toque (esperemos que sea tarde).
Si tú eres tan friki como yo, o estás empezando a serlo, solo tienes que dejar aquí tus datos para formar parte del Club de Dihabla. Uno de los pocos lugares en internet donde no hay baile de máscaras.